Yo entré en Suiza, era de noche,
temblé, al escuchar lo que el lago de Zurih
quería decirme, eran para mi en aquellos años
cosa incrédulas y estrañas.
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Yo no sabía lo que dicen los bancos suizos
y sus relojerías, no todos los bancos
ni todas las relojerías significan lo mismo;
sólo algunos,-practican eso-.
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Yo si sabía lo que dicen todos los ríos,
tienen el mismo idioma que yo aprendí de pequeño;
en los abruptos Alpes suizos,
en esas montañas salvajes el orinoco me habla.
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Y yo hacía lo posible por entenderlo,
ese lago me contó historias que hoy no puedo repetir;
hay secretos íntimos míos que el lago se llevó,
y el secreto que me pidió, lo voy cumpliendo.
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Reconocí en la voz del lago en aquel tiempo
viejas palabras que buscaban mi boca como mensajera;
como el que nunca conoció la miel, y ya es hora
que reconozca sus delicias.
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Es así como escuché las voces de aquel lago,
bello, pero a la vez misterioso, como si antes de ser,
me hubiera dicho lo que ahora escuchaba y ya sabía;
mis sueños que se quedaron prendidos a la voz del río.
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El pan y la vida que buscaba cantaba
sobre mi historia ya escrita....!
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