Un grajo entre los peñascos salta
como una mancha de tinta en una sábana;
como un cimanco sin fondo y sin cubeta,
donde el agua se queja mientras graznan
las chovas en la cavidad de la cima de las grajas.
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Sus plumas son carbón para aquel horno
que de las bullangueras grajas se alimenta;
y sus ojos faros de lumbre que deja las
promesas sin cumplir y al pastor sin su relajo.
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Bate sus alas tenebrosas sobre el algarin en calma
la oscuridad del día sobre una clara piedra;
y con sus garras de acero al rojo vivo,
ardientes relámpagos en la oscura noche.
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La cola del siniestro grajo en la tormenta
es el amenazador timón de los desastres;
y sus patas invictas chimeneas
por donde asciende el humo de los siglos.
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Y el pico-por último- es un usurero dañino..
que se clava en las necesidades de la serena sombra;
con su cresta como una bravata inconformista,
coronando el negrísimo atavío de la cima....
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Como un martirio sin alivio
donde la noche inclina su balanza;
el siniestro grajo es en la oscuridad
un espejo con alas de obsidiana perdida....!
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