Cuando volvíamos del campo, del amparo
y la frescura del follage que tocaba los instintos
naturales de las paredes de nuestra alma;
un poco antes de llegar a casa por aquellos
grises olivares, pasábamos, silentes por aquellas
montañas de Segura de la sierra, desde donde
se divisaba una bonita ciudad que nosotros
la identificábamos como Palermo....
Para mi, niño, de gran imaginación,
Palermo, era pura luna llena...
mansa finca de grises olivares, dormida en la floresta;
Desde los Alpes suizos, yo nunca fuí a Palermo,
mientras Palermo ami me llevó a la luna.
Perfectamente yo podría asegurar
que, el niño "Perdigón" visitó la luna...
de Palermo, grandota y iluminada como ninguna;
y es que aquel niño si que soñaba....
Si no, que me digan a mi de aquellos duendes
que no salían de aquellos bíblicos olivares,
de troncos retorcidos, que una tarde
me dijeron que saldrían de los olivos
para irse a vivir a la huerta.
Donde reina el manzano, la vid y la higuera,
para vivir una vida satisfecha y placentera;
con los ojos alegres y la barriguita llena....!
************************************
Reservado el derecho de autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario