sábado, 8 de agosto de 2020

¿Acaso no se ha empapado el pecho de Anacaona con la música de Caonabo?(8/8/2020)

 Cuando Caonabo tocaba el violín

las nube otoñal se desmenuzaba en plumas;

por los cielos de Quisqueya,

cruzan parvadas de aves migratorias...

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De grullas, calandrias, zorzales y alondras,

Caonabo cierra los ojos y se concentra

en la música, porque la música es una dulce ceguera;  

un lago de aguas serenas y azules.

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Atraídas por su melodía bajan las siete damas

de la princesa taína:   -Anacaona-

a recoger la flor del toronjil,

que crece primorosa entre los juncos del río Bonao.

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Y Caonabo las recibe en la aurora encantado,

dedicándole un solo de violín a estos siete luceros;

maravillado, y de las aguas donde la luna

se peina, la toma y se la entrega.

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La música de Caonabo que en las aguas

del caudaloso río bonao, volátil,

con un plumaje de palabras coquetas le dan oído

a los guacamayos  de las agrestes reservas.

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Caonabo toca su violín y llueve

en los haitises, en Constanza y en Jarabacoa;

¿acaso no se ha empapado el pecho de Anacona

con la dulce melodía del violín de  Caonabo?

Y ahora es el pecho de una princesa enamorada....!

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Reservado el derecho de utor. 



 

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