Árboles con el olor del rocío de la mañana,
en el corral de mi casa en una paz,
cuando el mirlo madrugador canta:
en el poyete de piedra de la puerta
donde se sienta la tía Antonia.
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Entrando las hojas del almendro americano
por la ventana y las hojas de la higuera quemadas;
hasta las canillas, en las que duerme el gato,
y en sus raíces practica el yoga un lagarto....
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La sombra agradable que a las cuatro de la tarde,
cuando el abuelo se hecha su pavita diaria;
después de la comida y sin que falte a su lado
la botella forrada con la mamaguana.
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Que cuando la abuela Altagracia
le riñe, el dice que es agua...
el dice refunfuñando que está cuidando
ese patio celestial.. para recoger
las almendras que se caen....
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Cuando mis nietos se aprietan contra mí
para comerme mis mejillas arrugadas
y sacarme con muchas artimañas
las almendras que en los bolsillos tengo guardadas.
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El deseo de esas tardes cae como mi pelo,
que el poco que me queda se a empeñado
en llevárselo el aire, una terquedad
que casi nunca habla....!
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