Este verano se ve ahí abajo un pueblo que echa humo...
en el excesivo calor y viento de levante;
del otro lado de la presa en la bruma se ve
la playita para refrescarse y un bote amarrado,
está listo para llevarme a cruzar
muchas fronteras, a donde no exista este aire....
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Si la metáfora suena dramática, es para proteger
esta ausencia sin brillo, no deseada,
y encontrarme en el Caribe con mi amada;
no arriesgarme a una soledad en sordina en otro valle.
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Los hombres del sur no huyen del calor, nacieron con él,
ni de los bosques quemados por cuatro muñecos
pirómanos...(pero hay que llegar al otro lado)
y escribir, escribir muchos poemarios, página a página.
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Escribir muchos libros para desocupar un poco
la memoria de mis hazañas y de las historias;
los recuerdos como linternas en la noche,
que me traen mis vivencias y las aleja de sus cuevas.
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Mi cueva, este verano inmóvil, metafísico,
de pandemia endémica: del "Coronavirus" casi reverente;
que no se aleja...¿Hay alguien ahí?.
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No resulta fácil entender esta pandemia sin toque
de queda, que nos ha tocado vivir, el mundo entero
está contaminado, y yo soy parte de ese mundo...
Un perdigón que voló de otro país....!
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