Una silla, un sombrero cordobés y una guitarra,
la silla para sentarse, el sombrero te da sombra
y la guitarra para cantarte:
Esa guitarra que tiene alma de mocita enamorada.
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En su caja guarda un nido de jilgueros
con temblores y gorjeos;
a ojos de mora, su cordaje yo comparo,
sus falsetas que le saca Diego Flores Amaya,
que brindan ensueños a la niña de ojos claros.
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De esa estampa tan flamenca, tiene celos la guitarra,
sus seis cuerdas en carne viva, se retuercen enloquecida;
la mano de Diego, con la que acaricia y agarra;
en la garganta de Pepín, hay estertores de suicida,
en la caja de madera fina, de la trágica guitarra.
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Esta guitarra tiene celos de mujer desengañada;
la prima y el bordón siempre alegres y las otras fatigada:
de cuando le sacaba Diego sus quejíos y sus falseta,
salen versos flamencos de la pluma del poeta,
y las notas son el orgullo de la niña enamorada,:
la guitarra tiene pena de mujer desengañada.
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Esta guitarra sin las manitas de Diego, es una sepultura,
sin los cantes del niño del Gastor, son acordes de tristura;
se ahogan sus quejíos en agónica garganta,
sin su pareja flamenca, ningún trino se levanta....!
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