Estoy aquí, sentado en la entrada de Granada,
como con una cesta de frutas verdes, intactas;
viendo los fragmentos de mi adorada Granada,
de multitud de ídolos y dioses antiguos derribados.
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Los llevo incrustados en la sangre
son los espíritus de mis antepasados;
que lloran por haber sido de la Alhambra desterrados,
queriendo recomponer sus caídas estatuas.
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Y sube hasta mi boca un amargo canto: -llorando por Granada-
queda en mi alma un pesar por no haber sabido
defenderla, ahora tengo que llorar
como una mujer, triste y desolada.
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Pero ya soy el olvido, la traición a mi raza..
el caracol baboso que no supo guardar su casa;
ahora sólo me queda mirar los templos
sumergidos y los dioses caídos en desgracia.
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Pues hasta mi mamá me lo dijo enfadada,
-llora como una mujer lo que no supiste
defender como un hombre con su espada-
ahora sólo queda cumplir la pena sentenciada.
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Yo sé, que en algún lugar lo mismo
que en el desierto los cactus, un corazón de espinas,
esta aguardando a Boabdil como el cactus a la lluvia....!
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