Ya todo estaba dicho cuando aquel se paró y dijo:
todavía le queda sangre a la morcilla,
y para no verse desarmado le arranco
esta pluma al pavo real enamorado...
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Todavía estas a tiempo de lucir tu cola pavo,
aunque pasen todos los equinoccios;
el hombre será el hombre y el pavo seguirá
siendo pavo, aunque alguien le ponga la mano...
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No llegó a pasar nada: pero alguien que le decían
"perdigón" en el más puro castellano;
puso a medio mundo patas par arriba
con aquella dichosa pluma de pavo en su mano.
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En su vejez fue escritor y trovador
ensalzando lo bueno y denunciando lo malo;
y cuando se paraba a reflexionar se decía:
-cuanto se puede hacer con una buena pluma de pavo...
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Lo siguieron grandes multitudes en todos los sentidos
algunas lo criticaban, pero los más lo avalaban;
pero él un poco sordo, cada día más lucido
y ni Sarapatrusca pudo salvarle el hueso...
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No en Rumolanga donde lloró sus amores
de juventud mal comprendidos;
sino en "Quisqueya" donde encontró la horma
de su zapato y un buen asiento para su "culo"...!
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