Mi esposa sentada bajo la ventana.
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Tú eres la que llega y se sienta siempre en lugares
precisos en horas que no existen;
y yo soy el que acude puntual a esos lugares vacíos,
no sé, pero de algún modo soy tu cuerpo.
Me cuido bien de recordarlo, pues soy
tu prolongación, pero no me importa
que me quede en tus orillas sin explorar.
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Por eso nos encontramos alondra;
bajo el lumbral de aquella ventana
que no estaba y que nosotros descubrimos;
aquella soleada tarde de primavera
tú estabas radiante como una rosa a punto de abrirse.
Recuerdo que al mirarte una sonrisa tuya me borro
la grieta de los ojos y sobre mis ojos llegaron dos ventanas;
en las que amaneció de pronto lo que en ti anochecía.
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¿Con qué prodigio, incisivo milagro
percibiré tu pasión cuando lo excluyas?
Tú tenías le expresión de la paloma quieta,
sentada en la ventana, el carácter de la efigie
que aún no se construyó;
Y dijiste tu nombre tan redondo de mujer
en silencio para que nadie lo supiera.
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Pero yo escuché el temblor de tus labios
el quebrar de los cabellos de tu alma,
la brisa suave del levante y el agua en tus raíces,
tus ojos de miel me lo dijeron todo.....!
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