Sentado en tu pedestal, una tarde,
me puse a reflexionar y en silencio hablarte;
Deja tu trompetilla ya y callate..
pues no ves que ya eres una piedra y no te oye nadie...
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No habrá palabra que en tu pie levante
ni un incierto sabor de brisa oscurecida
como el recuerdo que en mis ojos dejaste;
el pasado por esta plaza es turbio
se lo llevó el levante....
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Porque vives inmerso en el silencio de esa piedra
y ya no te reconocen estas generaciones nuevas...
sólo mis ojos y mi pensamiento te recuerda;
tu figura delgadita con la vocecilla aquella....
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Cuando te preguntaban: ¿Isidro a donde vas?
tú tenías siempre la misma respuesta:
-ahí más allá-illa a un manda-illo-.
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Próximo a ser violento.. en tu expresión,
pero siempre te contenías a tiempo;
enemigo incondicional del mal comportamiento,
casi perdido en íntima zozobra y sin más voluntad
que la de servir a cambio de un mendrugo de pan.
***//***
Y si no hubiese sido por la voluntad de aquel carpintero,
que tubo la feliz idea de dedicarte esta plaza
y esculpirte una estatua, te quedas perdido
en la noche de las tinieblas para la eternidad....!
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