Tus hijos se criaron con sangre de vampiro,
tu existencia vivía entre las moscas cojoneras,
en tu adolescencia, un día te colgaron al cuello
un trozo de metal brillante y un pergamino
en la mano.
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Se te puso la cresta roja,
no sé si de rabia o de orgullo;
y te pusiste a caminar bajo la lluvia,
pensando que ya este mundo era todo tuyo.
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Pero terminaste vendiendo tus dientes
y el traje destinado para tu entierro;
soñabas con ser grande y ver
las paredes de tu oficina llenas de distinguidos diplomas.
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Besabas a los jurados, le tocabas las tetas
a la rectora y le quitabas el polvo a las maestras;
mientras tú pasabas tus tristes noches
en la posada del gato amarillo.
***//***
Pero te fuiste una triste madrugada
pateando el negro asfalto;
con los únicos zapatos que te quedaban
y mirando al cielo oscuro y negro.
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Con medio titulo arrugado en el bolsillo,
quisiera detenerte, pero no puedo;
morderte una oreja y convencerte que vuelvas
a desempeñar tu oficio de hombre pobre
y que te reveles antes que vengan los chicos de la prensa.
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