Tu paso, como una sombra, era muy difícil de seguir,
cuando te seguía colegiala, cada mañana y cada tarde;
desde el colegio a tu casa por aquellas calles empinadas,
de viejo Enriquillo, entre la montaña y la playa.
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Y al perderte en cualquier esquina
sólo quedaba en mí, como en la calle,
una tristeza y un sobrecogedor sentimiento de vacío,
que en todo el día se llenaba.
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Tu cimbreante cintura, como una espiga de trigo,
me estremecía:
eras una orgullosa amapola meciéndote en aquel trigal,
una sirena bailando entre las olas.
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El jardín parecía tener más rosas
cuando te conseguía alcanzar, el cielo se teñía
de un color fucsia, sobre el azul de la mar;
pues en mis labios de niño aún no había
la bonita palabra que define el amor.....
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La edad y la sociedad nos separaba, como a dos cuerpos,
no de tamaño distinto, sino de espacios diferentes
y tus papas se encargaban de recordádnoslo
y con su férrea autoridad, ponerlo en practica.
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Pero mis manos no entendían de leyes raras..
y con impaciencia asiéndote por la cintura,
mis brazos abarcándote, no podían asirte,
yo no podía consentir que te escaparas,
aunque tú tampoco lo deseabas....!
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