He aquí el viejo carbonero, que tala la ceiba
y la reseca acacia para hacer carbón vegetal;
cuelga su chaqueta y sus trastos en el dintel
de su rustica cabaña, y lo primero que hace
es dedicarse a alimentar las iguanas....
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En la noche tenebrosa y fría, ellas son
sus fieles compañeras junto a "Roque" -su perro-,
aunque también aveces cuando las vituallas
escasean le sirven de alimento.
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La iguana sí es verdadera, aunque mítica,
el viejo carbonero, la decapita y la desangra;
en la orilla del lago enriquillo y allí acude
a lamer la sangre junto a "Roque" todas las fieras
de la redonda, como si fuera un vicio.
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Cuando ya todo lo cubren las tinieblas de la noche,
se extiende un semicírculo de luz hospitalaria
en la orilla tenebrosa del lago enriquillo;
este es nuestro pequeño espacio de confianza.
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Hay que actuar rápido, la carne es olorosa y pueden
acudir comedores que no han sido invitados a la cena;
pone la blanca carne de la iguana en la banqueta de asar,
el viejo la destroza, -y a comer-
mientras "Roque" espera paciente los delicados huesos.
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Desde la oscuridad aúlla estremecida la fiera,
oigo entonces el reproche del viejo "Roque"
ahuyentando a los no invitados al banquete....!
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