Por ahí asoma el calor enredándose en los naranjos
del huerto, sin pedirle permiso a la platanera
que lo observa desconcertada cayéndose
sus pergaminos de oro, con un ojo cerrado la observa Sabella.
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Viene huyéndole a los gritos del olivar
y a los chirridos que las cigarras en su desconcierto
por desafinamiento sobre el colorado ardiente dejan;
y el agua del "búcaro" se acaba y se calienta.
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La abuela se recuesta en la hamaca
y despacito le entra a la siesta;
la cotorra en el sopor de media tarde, apoyada
sobre una sola pata la mira desinteresada.
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El implacable verano se le para en los párpados de leche
y le exprime un limón helado entre los senos;
entretanto Sabella y su nana
entre pitos y flautas, las dos poco a poco se duermen.
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Y a mi que con esta modorra como un gato
me conoce los puntos débiles de los tobillos
y me los lame despacio, pero sin pausa;
con la cola de llovizna me acaricia el cuello.
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Pero cuando parece que esto ya no tiene remedio,
cuando parece que va a ceder el corazón;
a los llamados del cerebro, viene una musa despistada
y con unos versos extravagantes salvan todo esto...!!
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